jueves, 24 de abril de 2008

A Vicente Dilernia

Quisiera decirte que no aflojes,
que te quedes, que soportes.
Quisiera que no te rindas,
que te levantes, que regreses.

Pero sé que no debo pedirte eso.
Tú ya has fijado tu camino
y tu destino;
tú conoces más que nadie
las mareas,
el momento exacto en que la ola rompe
y se lleva con ella el cansancio,
el dolor, el miedo, la absurda realidad,
la indiferencia, la estupidez humana,
la vergüenza.

Yo quiero decirte que me arrepiento
de no haber aprovechado el tiempo
en que pude conocerte más.
¡Me perdí de tanto! Recién lo entiendo.
¡Perdóname barquero,
por quedarme en mi encierro
seguro y cómodo, en mis lamentos!
Como este llanto de hoy
egoísta y plañidero.

Por esto te digo querido Capitán,
amigo tierno.
Respeto tu decisión y te libero.
Navega lejos, Vicente,
a donde te lleven los vientos.
Si esa es tu decisión, la respeto.

Yo me quedo con el amor
de Luciano y Catalina,
con tus poemas, tu genio,
tu humor y tu recuerdo.
Pero si quieres quedarte,
aquí te espero.

No hay comentarios: