miércoles, 23 de abril de 2008

La espada en la piedra

Los dos hombres se encontraban sentados cómodamente sobre un colchón diáfano y transparente. Uno de ellos tenía una barba larga y gris, como su cabellera, que le llegaba a los hombros. Sus ojos azules escrutaban el horizonte mientras el otro hombre, más joven, le hablaba.

-¿Es preciso que elija? ¿No puedo probar primero una opción y después la otra?

-No muchacho. En este momento tienes la posibilidad de elegir un solo camino. Lo que hagas en el tiempo que escojas te abrirá las puertas a otras opciones. Aunque yo ya no estaré para guiarte.

El anciano le mostró un aparato pequeño, blanco, con una pantalla del tamaño de una cámara digital y dos botones, uno rojo y uno verde.

-Ahora te mostraré tu vida en dos tiempos diferentes. Sólo podrás percibir un momento de cada lugar, las circunstancias y las personas que te acompañarán; como no recuerdas nada más que tu nombre te diré que acabas de morir y, como una concesión especial dada por Dios por tus buenas acciones, podrás elegir a qué vida regresar. Cada uno de estos botones es una opción diferente.

El anciano pulsó el botón rojo y en la pantalla se vio la siguiente inscripción: “Año 516; planeta: Tierra; habitante: Excalibur”

-¿Estás listo?

-Si, pero antes quisiera preguntarte algo: ¿por qué Excalibur, si mi nombre es Arturo?

-Eso no tiene ninguna importancia.

El anciano pulsó nuevamente el botón rojo e indicó al joven que observara el firmamento; éste repentinamente se oscureció para mostrar en una pantalla gigante una tropilla de caballos blancos al galope, montados por caballeros con armaduras medievales que llegaban a un castillo y pedían hablar con el rey. Este los recibió y los escuchó atentamente: “Su Majestad, venimos de parte de Merlín, quien se ha enterado de que su hijo Arturo ha nacido. Tenemos la misión de llevarlo con él para que cumpla su promesa de criarlo, a fin de que se convierta en el mejor rey de Gran Bretaña”. El rey asintió y mandó buscar a su hijo. Con esa última escena el firmamento volvió a su color celeste.

Luego el anciano pulsó el botón verde y en la pantalla se vio la siguiente inscripción: “Año 2007; planeta: Tierra; habitante: Excalibur”. Al pulsar una vez más el botón verde el cielo se oscureció y en la pantalla gigante se vio a una mujer joven, de una belleza singular, llorando amargamente, mientras se abrazaba a quien parecía su amiga y le decía: “se fue, Arturo se fue muy enojado y no va a volver”. ”¿Qué fue lo que pasó Guini?”. “Me vio abrazada a Lance, pero no sabe que estábamos festejando su triunfo en las elecciones internas del partido. Yo amo a Arturo y Lance lo admira, es su mejor amigo...” Su imagen cubrió toda la pantalla y sus ojos tristes parecieron mirarlo. Al instante la pantalla se apagó.

El hombre le dijo:

-Bien. Tienes cinco minutos para tomar una decisión.

-Ya elegí. Quiero volver a ver ese rostro de mujer.

La máquina del tiempo se detuvo en el año 2007. Arturo se despertó y se encontró tirado en la calle, con un fuerte dolor de cabeza; lo rodeaba un grupo de gente que murmuraba frases inconexas. No entendía qué había pasado. Un médico lo auscultó y suspiró aliviado. “Va a vivir, volvieron sus signos vitales”. A unos metros de allí, su nueva scooter yacía como si un camión le hubiera pasado por encima. Buscó en el bolsillo su celular, que seguía intacto, y marcó el número de Guini.

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