domingo, 18 de enero de 2009

Ansias que matan, geor (mención foro cuentos LNOL)

Consigna: escribir un cuento de no más de 200 palabras que contenga las palabras "carmín, burrico y palanca"

Buscaba a mi alma gemela, lo venía haciendo desde cuatro vidas atrás. Pero en esta tenía que ser el amante más fogoso. En las otras fue mi hijo, mi perro, mi abuelo y mi dentista. En ésta creí reconocerlo varias veces pero finalmente descarté todas porque, a la larga, mostró la hilacha.

La primera vez fue el semental que me hizo mujer. Era un semental porque no le perdonaba la vida a ninguna. “De noche todos los gatos son pardos”. Me dijo una vez. Allí mismo descubrí mi error. La segunda vez fue mi marido, nos casamos, yo de blanco él de azul, pero era impotente, lo descubrí en la luna de miel. Entonces pensé: mi alma gemela tiene que ser un león enjaulado, un tigre de los llanos, un latin lover. Esta vez se me tiene que dar.

Cuando ya había perdido las esperanzas y me encontraba en mi auto contemplando el horizonte gris en La Silla del Moro, lo vi. Era él. Busqué en mi cartera el rouge color carmín, me pinté los labios, pulsé la palanca de cambios en retroceso y salí a toda velocidad.

El borrico de mis sueños yacía muerto a mis pies.

miércoles, 14 de enero de 2009

El último grito, geor (mención foro LNOL)

Consigna: escribir un cuento de no más de 200 palabras situado en el año 1 de nuestra era

Mis movimientos son suaves y armónicos. Nada perturba el silencio que me rodea; me deslizo y doy vueltas en este lago de aguas cálidas y tranquilas. No sé a dónde voy aunque lo percibo. A través de un cordón recibo mi alimento y eso me basta para saber que estoy vivo. Quiero permanecer aquí por siempre aunque algo me dice que durará poco esta sensación que inunda mi universo, tan pequeño y tan vasto. Sé que estoy predestinado y me esperan horas aciagas, que deberé afrontar con mayor valentía que el vientre que me acuna. Veo una cruz muy grande que me abarca y en ella cargo todos los pecados del mundo. Quisiera poder quedarme en este lugar seguro pero no debo, no puedo. ¿No quiero? Creo saber que mi destino es traer paz al afligido, y que éste desoirá mi voz y olvidará a quien le dio alivio. Igual deberé hacerlo. Me muevo en este pedazo de cielo de donde vine y a donde volveré algún día, con todas mis heridas purificadas. Cuando nazca deberé ser fuerte; cuando vea esa otra luz, enceguecido y sufriente, gritaré por última vez. Después será ella, mi madre, quien llorará por mí, eternamente.