viernes, 8 de enero de 2010

TU NOMBRE

No logro concentrarme en el libro aunque en la contratapa está tu nombre. Leo cada palabra y cada palabra es tu nombre. Veo tu figura desdibujada y tu alma intacta, a cinco años de aquella tarde en que nuestras miradas se dijeron todo. Fue tu alma la que me llevó a descubrir que la noche puede estar más iluminada que el día; que la lluvia no cae sólo para la melancolía, que el viento puede ser una brisa que reconforta, un aire fresco y renovado; que los pájaros también componen sinfonías; que la risa cura y que el amor y la amistad se parecen, tanto que duele.

Hoy me sigo viendo en tus ojos aunque allí me quede. Porque Irene fue, antes que vos, mi amiga y yo me creí invencible, segura de que nadie podría cortar ese hilo que tejimos juntos. Ingenua o egoístamente creí que podíamos ser amigos; que ella y Roque iban a entenderlo. Pero nuestras miradas no pudieron ocultar lo que era más evidente para ellos que para nosotros mismos. Huí de vos y de mi traición no consumada y desde aquel momento la noche fue más oscura, la lluvia no lavó mis lágrimas, el viento fue una ráfaga helada que paralizó mis huesos y los pájaros me ensordecieron con sus chillidos.

Hoy me sumerjo en la profundidad de tu mirada que desde el libro me alcanza y entibia esta realidad presente, solitaria y dormida. Lo abrazo, acaricio sus páginas y lo guardo en un cajón. No me atrevo a desentrañar las palabras, a cambiarlas por tu nombre.