Viniste a mí
como un soñar ajeno
un vendaval
de fuego
que arrasó
en paralelo
laberintos y espejos
incinerando velos.
Me regalaste
en poemas
tus sueños
que hice míos
orquídeas y tulipanes
húmedos duelos
en amorosos encuentros,
también rosas
que lastimaron
mis dedos.
En silencio
soltaste amarras
y zarpé
hacia otros destinos
ya no me veo
en tus ojos
ni beberé de tu vino
pero el recuerdo
no será olvido.
A vos te debo parte
de esta tibia luz
que hoy es faro
en mi camino.
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