martes, 29 de julio de 2008

Penélope

Eran dos seres que habían sido destinados el uno para el otro. Las edades no importaban. Ella era algunos años menor y él un hombre maduro. Se encontraron en Internet y se reconocieron de otras vidas, de otros tiempos. El juego de seducción comenzó y la magia hizo estragos en los dos corazones solitarios. Intercambiaron fotos y mails. Todo fue perfecto hasta que el silencio de los dos interrumpió el hechizo. Cuando hay tanta pasión acumulada, la energía puede descontrolarse. Ella pensó que él se había asustado y él pensó lo mismo. En estos juegos del amor el miedo es un tirano que ahuyenta nuestras mejores intenciones y las esconde entre tules y sedas para saltar en el momento menos pensado.
Penélope finalmente tuvo noticias de él, pero fueron tristes, repletas de reproches y dolor. Se desesperó, no sabía cómo hacer para que él entendiera que los planetas no se habían alineado esta vez y una mano oscura había cortado esa fluida comunicación que los había unido. El cerró la llave de su corazón intempestivamente, se sintió herido y se lo dijo. Ese fue el único mail que llegó. Los otros, los de Penélope, siguen vagando en algún lugar del ciberespacio, esperando que él se decida a leerlos. La puerta está sin llave y ella sigue tejiendo ilusiones de día y destejiendo de noche, porque sabe que Odiseo volverá a ella y matará a todos los miedos, esos pretendientes intrusos que lo confundieron, para permanecer con ella, como está escrito, como debe ser.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En esto de tejer ilusiones sos una maestra. Tu cuento tiene frases hermosas, Geor, que yo ni con aguja de crochet, mirá!!! Besos

Anónimo dijo...

Bien gráfica Lulú! y acertada.
Muy bueno 'todo' Georgina, cada vez más bonita tu casa.
Te abrazo con letras (o en letras?)
Bah, te abrazo igual.