-Che Susanita, estoy algo alicaída. Me pesa la vida.
-¿Por qué no vas al psicólogo Mafalda? Mi mamá dice que te hace hablar y hablar y todos los problemas se evaporan, como por arte de magia.
-¿Te parece? Bueno, voy a ir. ¿Me pedís hora?
-Si, ya mismo me ocupo.
Mafalda llega a la sesión a la hora señalada. Un cartel en la puerta le llama la atención: Clínica del Otro Yo del Dr. Merengue. Mafalda se lleva la mano a la barbilla y piensa: “el Dr. Merengue es abogado, ahora tiene una clínica parece. Y bueno, ya que estoy acá, sigo”. La secretaria, que se parece mucho a Susanita, le dice que pase, que todo está listo.
-¡Buenos días Mafalda!- Un hombre atildado y correcto se pone de pie para recibirla y le extiende la mano.
-¡Buenas!
-¿Qué te trae por aquí querida niña?- le contesta Merengue mientras se pregunta qué se traerá entre manos esta mocosa insoportable?
-Me dijeron que venga a hablar con usted para que mis problemas se evaporen.
-Los problemas no se evaporan Mafalda. Se solucionan. Sólo tenés que decirme qué es lo que te preocupa. (Y pensar que es la hora en que la panadera preciosa sale a comprar harina y yo acá con esta nena precoz que seguramente vino a tomarme el pelo...)
-Antes que nada quiero hacerle una pregunta doctor: ¿Si usted es abogado cómo puede ser que ahora sea croquetólogo?
-(Y ahora... ¿de qué me disfrazo?) Mirá querida, como leíste en la puerta mi clínica se llama “El Otro Yo del Dr. Merengue” y mi otro yo es psicólogo.
-Ah bueno! Entonces... ¿estoy hablando con su otro yo?
-Exactamente. (¡Qué alivio, se lo tragó!)
-Pero su otro yo es algo degenerado, según tengo entendido. No sé si estoy en muy buenas manos.
Mientras los colores suben a la cara del Dr. Merengue, éste finge una carcajada y le contesta:
-Ay Mafaldita, sos incorregible... la gente es muy envidiosa e inventa cosas. Vamos a hacer una cosa. Vos contame tus problemas y vas a ver qué bien te sentís después. (Por suerte se está terminando la sesión... ésta es capaz de denunciarme)
-Bueno. Le cuento. La vida se me está haciendo algo insoportable y siento mucho vacío interior. Me pregunto muchas cosas que no tienen respuesta, entre ellas “qué hago acá contándole mis problemas a un perfecto desconocido, a un chanta, que eso es lo que es usted doctor”
-Jeje (mocosa estúpida... ya verá con quién se metió) mi amor, no me digas eso... ¿acaso te he dicho algo inconveniente, te he tratado mal, te he hecho llorar?
-Ninguna de las tres cosas pero yo no soy su amor y seguimos dando vueltas como en una calesita y mis problemas siguen estando sin resolver.
-Pero ¡Qué lástima, se acabó el tiempo! Nos vemos la semana que viene querida. El Dr. Sale apurado de la oficina... (uffff qué alivio... le diré a mi secretaria que la borre de la lista de pacientes, esta nenita es una bomba de tiempo)
-Adiós Otro Yo del Dr. Merengue. Creo que no voy a volver porque ya solucioné mis problemas... era cuestión de sacar para afuera lo que uno tiene atragantado adentro...
Mafalda se alejó del consultorio mientras pensaba: “la humanidad está irremediablemente perdida y con tipos como éste va a ser difícil que encuentre su rumbo...”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario