jueves, 23 de octubre de 2008

Polifemos, de Randos (mención LNOL)

Si se me pregunta cuando comenzó esta vocación por la vigilancia no convencional les diré que a mis 7 u 8 años. Empecé colocando un grabador durante una charla que mantuve con una amiga de mi hermana, que a poco de tirarle la lengua empezó a hablarme pestes de ella creyendo que yo estaba en todo de acuerdo.Con el tiempo me aburrí, deseché el juguete hasta que se me ocurrió dejar prendida durante una noche una cámara de video en la habitación de la galería; el lugar donde jamás ingresaría pasada la medianoche.La sola quietud quedó impresa, pero La fantasía de estar presente mientras la cinta corría, me estimulaba placenteramente.

Durante la vigilia del viernes- gracias a sofisticados medios que fui incorporando- descubrí que los destrozos de las casas del otro lado del puente, las producen gigantes ciegos, “Polifemos”, que guiados por el ladrido de los perros y los olores del pantano, les hincan el diente a esas endebles estructuras de adobe y cartón; las roen como a casitas de chocolate hasta las primeras luces del alba, ocasionando ese horrible espectáculo de paredes, puertas y ventanas carcomidas.

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