jueves, 23 de octubre de 2008

El jardinero

Hoy debo escribir sobre los jardines colgantes de Babilonia y yo, que vivo en Babia, me pregunto qué significado tendrán, en mi miserable existencia, esos antiguos jardines que nunca existieron. ¿O sí? Lo único cierto es que Nabucodonosor II fue un rey y yo soy un simple mortal que apenas puede vivir de sueños. Quizás lo que nos una, a ese rey caldeo y a mí, es que mi oficio es de jardinero y él, parece que construyó aquellos fantásticos jardines en honor a su reina, en prueba de su gran amor.

Yo, por más flores que le lleve a la mía, no logro conquistar su solitario corazón, aunque abrigo la secreta esperanza de que algún día descubra la maravilla que le aguarda en mi jardín y lo bien que se sentiría en él. Aún ignora que éste necesita su luz y su mirada puesta en cada semilla caso contrario éstas se irán secando y morirán. Pueda ser que en sus laberintos encuentre el secreto del amor o también que se pierda en ellos para siempre. Si se produce el milagro y me acepta, nuestra historia trascenderá los sinuosos vericuetos del tiempo y seré como aquel famoso rey.

1 comentario:

Alicia dijo...

En este relato, también, se nota tu inspiración. Es un placer volver a leerlo. Un abrazo
Alicia