jueves, 8 de mayo de 2008

La marea

Juan caminó hasta el muelle subiéndose el cuello del abrigo negro. Observó el horizonte que se confundía con la inmensidad del océano gris. Un barco pesquero hizo que desviara la mirada por un momento para volver a concentrarse en un punto lejano. Sumido en sus pensamientos no advirtió que la marea iba subiendo lentamente y empezaba a humedecer sus pies, enfundados en unas gruesas botas de cuero. No llevaba equipaje y todo indicaba que esperaba a alguna embarcación. ¿Se atrevería a volver? ¿Estaba dispuesto a enfrentarse a los fantasmas del pasado? Pensó en ella. Metió la mano en el bolsillo de la campera y palpó una vieja foto ajada por el tiempo. Se preguntó por qué guardaba ese retrato. El viaje era largo y todavía no estaba seguro si se atrevería a enfrentar la verdad. Tenía tiempo para pensar; todo el tiempo del mundo.

El recuerdo de Carola no lo había abandonado durante los tres años que permaneció en la isla. La imagen de los dos amantes en su propia cama lo perseguía como una burla siniestra; las imágenes se sucedían una tras otra: la expresión del horror en esa cara perfecta de Carola al escuchar el disparo y la sangre de Ricardo tiñendo las sábanas blancas de su propia cama; su huida cobarde después de matar a su socio y amigo que no se pudo llevar al otro mundo el peso de la traición, viva aún en su memoria. Los fantasmas desaparecían de su mente atormentada sólo cuando el alcohol lo trasladaba a un presente impregnado de amores pasajeros y fáciles. La venganza no había tenido los efectos deseados; su espíritu estaba amputado por el resentimiento y la pena.

El estruendo de una enorme ola lo sacó de sus cavilaciones; resbaló y la fuerza torrencial lo arrastró consigo en un segundo que le pareció un siglo. El agua helada le acalambró las piernas y su mente se oscureció hasta que todo fue silencio. Se aferró al retrato y gritó su nombre. Una suave quietud inundó su alma y se dejó llevar. El barco pesquero se acercaba despacio a la escollera, ajeno a todo.

2 comentarios:

Alicia dijo...

Al leer este fuerte relato, tengo dos alternativas cuando llego al final. O se dejó caer por su dolor insoportable o realmente quería vivir para seguir amando a la traidora. Un drama muy bien relatado. Un beso
Alicia

Geor dijo...

Hola Ali!
Gracias otra vez por tu cariño constante.
Besos mil,