martes, 30 de septiembre de 2008

Lo que se hereda...

A mi me gusta espiar y dicen que eso lo heredé de mi abuela materna, una mujer de armas llevar. Me compré un telescopio y desde la ventana de mi quinto piso, cada tanto soy testigo de historias que darían para escribir varios libros. La policía me pagaría fortunas por los datos que guardo en mi memoria. Hombres y mujeres golpeadores, ancianos pervertidos que también espían –aunque con fines muy diferentes a los míos-, y hasta un crimen. Sí, fui testigo de un asesinato en el edificio de enfrente. No lo reporté porque el hombre me vio y yo no soy quien para meterme en la vida de otros; fisgonear es una cosa, pero buchona no soy. Eso sí, me operé la nariz, me cambié el color del pelo y de los ojos y me mudé a este lugar, que es más seguro. Mi abuela escapó en la post guerra y salvó la vida de mi abuelo al esconderlo dentro de una vaca que venía en un barco desde París.Los dos eran espías británicos. Ahora me tengo que ir a cenar con los otros internados. Acá están todos locos. Una de ellas se cree Cleopatra. Yo me divierto espiándolos.

No hay comentarios: