lunes, 18 de julio de 2011

Un papel de caramelo

Estoy en un ascensor atascado entre dos pisos. Sola. Me siento en el suelo, espero, pero el tiempo no pasa. Alguien vendrá, pienso, pero no, los domingos nadie sale de sus casas. Miro el piso de goma, hay pisadas de hombres y de mujeres, alguna de un perro, pelos, un papel de caramelo, un botón y yo. Yo sin salida, sin un lugar por donde escapar de los pensamientos que aparecen y desaparecen. No puedo pararlos. Me desesperan. Con la cabeza entre las manos, sentada en posición de loto, miro el papel de caramelo. Lo miro fijo. La quietud duele. Lloro, con un llanto hondo. Por mí, por vos, por este silencio que me recuerda al tuyo, por mis hijos que se están yendo, por los años perdidos, por los ganados, por nuestra historia, por los poemas, por los amigos que no están. Por mi padre que se fue sin avisarme, a los dieciocho cuando no tenía idea de quién era Edipo. Y mi madre, que también se fue cansada de que no la comprendiera justo cuando empezaba a hacerlo. Por mis uñas despintadas y el dolor en el hombro, y el precio de la carne y mi trabajo y por... este ruido salvador a turbina que arranca y me deposita en el octavo.

2 comentarios:

Lulú dijo...

Epa!!! Tenemos new look!!! Me parece bárbaro, renovarse es vivir, aunque sean pequeñas cosas como la estética del blog.
Ahora, este cuento me encantó y creo recordar ese papel de caramelo :)
Te mando un beso
Lulú

Alicia dijo...

El momento único que nos pasa a todos. Quién no dijo alguna vez "ésto no puede estar pasándome a mí". Un relato genial por el repaso fugaz de toda una vida a causa de un hecho fortuito. Buenísimo, Geor, me gustó mucho. Un gran beso!